Pocas veces se han visto "carreras" tan prometedoras y que a la vez hayan durado tan poco en la política nacional de los últimos años. Quien hace apenas tres años era poco menos que un prócer ahora es un cadáver político.
Gobernador de Mendoza desde 2003 siendo una de las pocas alegrias que los radicales tuvieron ese año. Era el candidato del gobernador Roberto Iglesias y pudo derrotar al naciente kirchnerismo. Decía en aquel entonces: "A Kirchner le conviene tener una oposición sólida que lo oriente, que lo apoye cuando lo necesite. De lo contrario, se comienza a generar la oposición del mismo partido que puede ser más dañina que la de otras agrupaciones".
Pasa con el tiempo a ser un radical K, es compañero de fórmula de Cristina y es expulsado de la UCR (en su momento) de por vida. Gana su fórmula, asume su cargo y durante algunos meses pasa a ser un político.
Hasta aquella histórica madrugada del 17 de julio de 2008 cuando vota no positivamente. Esas 22 palabras quedaron para la Historia (Que la historia me juzgue, pido perdón si me equivoco. Mi voto... Mi voto no es positivo... mi voto es en contra.). Y entonces llegó su momento de fama: el aplauso de los opositores, su regreso a la UCR, el merchandising, su victoria en las elecciones legislativas al año siguiente.
Y después la nada misma. Ya no es candidato a presidente, ni tampoco a gobernador. ¿Qué pasó?
Haberse hecho famoso por una frase y una votación, que quedó en la Historia, si, pero ya pasó hace tiempo. No haber logrado unificar a todo el radicalismo bajo su seno y que hayan crecido Sanz y Alfonsín. Haber quedado a la vista de todos como un traidor (encima doblemente, primero a la UCR y después al FPV).
A diferencia de otros vicepresidentes que en el pasado lograron cierto vuelo como Duhalde o Ruckauf, Cobos pasó en tres años de ser un ídolo a no ser nada, a no tener apoyo y a estar al borde de abandonar la política.
Lo que se dicen, 15 minutos de fama, lisos y llanos.
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