martes, 12 de abril de 2011

El primer hombre en el espacio


Se cumplen 50 años del primer viaje al espacio. Antes de recordar la gesta es bueno recordar también al personaje, cuya vida resulta muy interesante.


Yuri Gagarin nació en 1934. Hijo de un carpintero, trabajó de obrero metalúrgico hasta los 20 años y luego entró en el aeroclub de Saratov, y más tarde ingresó en la Escuela Militar de Pilotos de Oremburgo. Una de sus grandes influencias fue un profesor de matemática suyo que había sido aviador en la guerra contra el nazismo.

En 1960, después de un proceso de selección, el programa espacial soviético seleccionó a Gagarin de entre otros 20 cosmonautas. Fue sometido a una serie de experimentos y pruebas para determinar su resistencia física y psicológica durante el vuelo. Gagarin compitió en esta selección con otro cosmonauta, Gherman Titov. Gagarin aprobó los exámenes con los niveles más altos. Además que representaba de mejor forma el ideal comunista al ser hijo de trabajadores, a diferencia de Titov, que era hijo de comerciantes, además de que el nombre Gherman era considerado un nombre de origen alemán. De todas maneras, Thitov fue el cosmonauta de reserva, más tarde también viajó al espacio y tras su retiro pasó a dirigir programas militares y tras la desintegración de la URSS fue diputado en la Duma por el Partido Comunista.

Volviendo a Yuri, el 12 de abril de 1961, Gagarin se convirtió en el primer ser humano que viajó al espacio en la nave Vostok 1. Su nombre clave durante el vuelo fue «cedro» (en ruso: Кедр).
Según los comentarios de los medios soviéticos, durante la órbita Gagarin comentó: «Aquí no veo a ningún Dios». Sin embargo, no hay ninguna grabación que demuestre que Gagarin pronunció esas palabras. En cambio se sabe que fue Nikita Jrushchov en cierto contexto dijo: «Gagarin estuvo en el espacio, pero no vio a ningún Dios allí», luego estas palabras empezaron a ser atribuidas al cosmonauta.[3] Lo que si se sabe con certeza es que el cosmonauta dijo desde el Vostok 1 al orbitar la Tierra: «Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos».

Durante el vuelo, las autoridades soviéticas creyeron que había una gran probabilidad de que Gagarin no sobreviviera al descenso y decidieron promocionarlo del rango de Segundo Teniente a Mayor.

A las 10:20 de aquel día, Gagarin aterrizó en paracaídas en Tajtarova (Siberia) tras salir despedido de la cápsula del Vostok. Una campesina fue la primera persona en ver la silueta del cosmonauta recubierta por un mono naranja. «¿Vienes del espacio exterior?», preguntó la anciana. «Ciertamente, sí», dijo Gagarin que, para calmar a la campesina, se apresuró a añadir: «Pero no se alarme, soy soviético».

De ahí en más comenzó su época de mayor popularidad. Pero también la debacle. Se vio saturado por la fama. El diría en su libro Veo la tierra:

Después de haber cumplido la misión espacial me era difícil pasear por las calles de Moscú y la Plaza Roja sin que nadie se fijara en mí y sin ser reconocido. La popularidad es una cosa irreparable. Uno se ve obligado a meditar ¿a qué y a quién se debe?

Un corresponsal extranjero me preguntó: ¿No le fastidia a usted, Gagarin, esa celebridad que se ha granjeado a partir del 12 de abril de 1961? Ahora, seguir. Tiene garantizado el descanso hasta los últimos días de su vida...

¿Descansar?, repliqué, aquí en la Unión Soviética, todos trabajan, y las personas célebres, Héroes de la Unión Soviética y del Trabajo Socialista, lo hacen con tanta mayor dedicación. Son miles en el país, y procuran trabajar lo mejor posible, sirviendo de ejemplo a imitar por los demás.
Después de los primeros vuelos espaciales el trabajo no menguó, al contrario, aumentó. Todos nosotros proseguimos estudiando. Profundizábamos nuestros conocimientos en cuanto a los vuelos cósmicos. No abandonamos el destacamento de cosmonautas, seguimos trabajando en las aulas y laboratorios, compartiendo las experiencias con los futuros cosmonautas.

Pasó a ser una estrella de talla mundial y realizó viajes por todo el mundo. Incluyendo en julio de 1961 un viaje a Cuba donde se encontró con Fidel y fue galardonado con la Orden de Playa Girón por el presidente Dorticós.

Pero como se dijo antes, esto fue el comienzo de la debacle. Empezaron sus problemas con el alcohol, sus problemas matrimoniales. Algunas anécdotas dejan en claro su preocupante situación.

El 3 de octubre de 1961 en un sanatorio de Crimea Gagarin se hirió gravemente, al saltar ebrio de un segundo piso escondiéndose de su esposa, cuando esta lo sorprendió tratando de seducir a una joven enfermera. La herida fue una perforación del cráneo y estuvo a punto de morir. Esta herida le impidió asistir al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, inaugurado el 17 de octubre. Gagarin fue sometido a una operación de cirugía plástica para maquillarle la herida sobre la ceja izquierda, operación que tuvo éxito. Estas aventuras de Gagarin con otras mujeres empeoraban las relaciones con su esposa.

En 1962 fue elegido diputado al Soviet Supremo, aunque más tarde regresó a la Ciudad de las Estrellas (en ruso: Звездный Городок) donde trabajó como diseñador de naves espaciales reutilizables. En 1967 fue seleccionado para participar en el primer lanzamiento de una de las dos primeras naves Soyuz. El paracaídas de la cápsula Soyuz falló durante la reentrada y el cosmonauta que pilotaba la nave, Vladímir Komarov, falleció.

Finalmente Yuri murió en marzo de 1968. cuando el avión de caza MiG-15 que pilotaba durante un vuelo rutinario se estrelló cerca de Moscú. No se conoce a ciencia cierta las causas del accidente, pero en 1986 una investigación sugirió que la turbulencia provocada por otro avión podría haber desestabilizado la nave de Gagarin. Las condiciones meteorológicas tampoco eran favorables. También se hablaba de que podía haberse visto afectada su capacidad de pilotar por ir bebido.

Dejó un fuerte legado en la cultura rusa, incluyendo la palabra Poyejali! (en ruso: Поехали!; se traduce como "¡Vámonos!"), que fue la frase que dijo Gagarin en el momento del despegue de su nave. Se convirtió en uno de los símbolos de la era espacial (al lado de la famosa frase de Neil Armstrong "Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad"), y además empezó a ser parte de la cultura popular rusa. Se usa antes de iniciar algún trabajo o proyecto, especialmente si es complicado o arriesgado. También ha pasado a utilizarse como brindis.

Esta fue la historia entonces del primer cosmonauta, el primer hombre en el espacio. Saturado por la fama y con problemas personales, pero que nunca dejó de trabajar para el progreso de su disciplina.

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